P. Miguel Francisco Estrada, S.J., un hombre que deja huella en la Comunidad Javeriana y en Guatemala

Sin duda que uno de los momentos más tristes para nuestra comunidad ha sido el fallecimiento del querido Padre Paco como cariñosamente le conocimos. Fuente de inspiración y ejemplo de varias generaciones, falleció hoy en horas de la mañana y deja un legado de integridad y sobre todo amor por la juventud de Guatemala.

El padre Paco nació en Santa Ana, El Salvador, el 29 de Septiembre de 1933 y siempre, desde que le ordenaron de sacerdote, se le ha llamado familiarmente  “Padre Paco”.

Según contaba él con su gran sentido del humor, su vocación al sacerdocio y a la Compañía, empezó de jovencito solicitando entrar de interno al Seminario de San José de la Montaña de San Salvador.

Para él, la idea principal de entrar al Seminario era que quería jugar al fútbol como lo hacían los seminaristas que empezaban a formarse para sacerdotes. A propósito de eso, contaba con humor el P. Paco que cuando el P. Garrido, encargado de las vocaciones, le preguntó, como a todos los candidatos, por qué quería entrar al Seminario él, en vez decirle toda la verdad, le contestó muy seriamente: “Para  ser sacerdote y salvar muchas almas”.

Pero a los pocos meses de Seminario le fue entrando la verdadera vocación, al principio para sacerdote, pero después para ser jesuita como eran sus profesores. Y así, con sólo  17 años, lleno de ideales para seguir a Jesús, pasó del Seminario, al Noviciado de Jesuitas de Santa Tecla, donde después de dos años de profunda experiencia espiritual, se comprometió de por vida con la Compañía de Jesús el 31 de Diciembre de 1949.

Formación académica y espiritual

El P. Paco se dedicó los siguientes 16 años a adquirir su excelente formación académica y espiritual que realizó, en gran parte, fuera de su país: Primero obtuvo la Licenciatura en Humanidades Clásicas, en la Universidad de Quito, Ecuador.

Después logró la Licenciatura en Filosofía en la  Universidad de Deusto, España; en esa misma Universidad alcanzó la Licenciatura en Teología.  La Universidad Centroamericana (UCA) de San Salvador, El Salvador, le otorgó la Licenciatura en Administración de Empresas.

Obtuvo el Diplomado en Alta Gerencia en el INCAE (Instituto Centroamericano de Administración de Empresas) de Costa Rica; ese Centro Internacional, era conocido como “Harvard-South” por el apoyo académico que le daba la Universidad de Harvard y por su metodología del “Método de Casos”.

Además se especializó y se fue entrenando en la competencia de “acompañamiento espiritual y humano”  pasando por varias actividades: Primero, durante tres años, en  el llamado “Magisterio”  acompañando, con excelentes resultados, a los estudiantes de últimos cursos en el Colegio Externado de San José de San Salvador. Después dedicó un año,  en el ICE (Centro de Espiritualidad  de Guatemala), a pasar por la experiencia profunda de 40 días de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, y el resto del año a “acompañar” espiritualmente a los Ejercitantes que hacían los  Ejercicios  Espirituales en ese Centro.

El P. Paco, a lo largo de esos  16 años de de su formación, fue construyendo una  rica y dinámica personalidad, que  explica su sabiduría, y el éxito humano y espiritual con  que  se desempeñó en todos los importantes cargos y  destinos que tuvo que afrontar en su larga vida.

El P. Paco se caracterizaba por ser un jesuita hondamente espiritual, con vocación de educador y  de acompañante espiritual y humano; por ser muy responsable, y además  mostrar un  excelente buen humor, que se podía constatar, por ejemplo con alguna frecuencia, en sus sonoras carcajadas cuando hablaba por teléfono con gente conocida y de  confianza.

En resumen, después de una larga y exigente preparación, estaba sólidamente capacitado para dirigir, y animar grupos, proyectos e instituciones: Estaba especializado en Educación,  en “Acompañamiento” Espiritual; en cómo dirigir a los que hacían Ejercicios Espirituales de San Ignacio; en el talento de administrar y renovar  empresas; en cómo  recrear y animar proyectos con espíritu de  servicio.

El P. Paco, siendo consciente, y dolorido por las injusticias sociales en Centroamérica, fue desarrollando personalmente una ponderada y profunda sensibilidad social.

Su actividad apostólica a lo largo de 46 años

El P. Paco, con esa excelente preparación, asumió la dirección y renovación de obras e instituciones muy importantes a lo largo de su vida de apostolado: Empezó siendo Rector del Externado de San José de El Salvador.

Después fue durante seis años, el Superior Provincial de los jesuitas y obras de la Compañía de Jesús en Centroamérica y Panamá. A continuación ejerció el cargo de Director Administrativo y Financiero de la Universidad Rafael Landívar en Guatemala; Fue más tarde el Rector de la Universidad Centroamericana de El Salvador (UCA) en El Salvador. Por último durante 14 años, desde el año 2002  hasta Febrero de 2016 dirigió como Rector el Liceo Javier de Guatemala.

Su valentía  y disposición de servicio  y compromiso se manifestó  especialmente cuando aceptó substituir, en el puesto de Rector de la Universidad “UCA” al P. Ellacuría, al día siguiente  de su asesinato junto con sus cinco compañeros jesuitas y la señora de servicio doméstico y su hija pequeña.

A lo largo de varios meses, antes del asesinato de los Padres, la UCA sufrió  durante las noches la explosión de varias bombas, cada cierto tiempo, en sus instalaciones. El impacto de una de las bombas que explotó frente  a una de las Residencia de los Padres, que estaban cerca de la UCA, y donde dormía el P. Paco, le  dejó a éste,  sordo de un oído  para toda la vida.

Un signo de su valentía, dentro de su habitual actitud de compromiso, fue cuando, ya de Rector de la UCA,  fue invitado a hablar sobre la realidad salvadoreña, a los Congresistas del Congreso de los Estados Unidos, y en el discurso se atrevió a presentar a los  Americanos, unas balas que habían matado a los seis jesuitas de la UCA, mientras les decía: “estas son las balas  con las que ustedes mataron a mis hermanos jesuitas y que el Army de USA envió al ejército salvadoreño que exterminaba a nuestros campesinos”.

Otro signo de su valentía ante el peligro, fue cuando al amanecer de esa noche del asesinato de sus compañeros,  él y el P. Tojeira, sabedores por la radio de que habían asesinado a sus hermanos jesuitas, decidieron entrar a la UCA para conocer los detalles de lo sucedido.

Esa decisión era muy peligrosa, pues  los agresores podrían estar esperándoles para asesinarlos cerca de las dos puertas de acceso. Entones el P. Paco le dijo al P. Tojeira; “Si entramos juntos por esta puerta, nos pueden matar a los dos; por eso, primero entro yo por esta puerta y un poco después entras tú por la otra puerta,  si a mí no me reciben a balazos”.

Su especial preparación como experto “administrador”  se manifestó especialmente en el cargo de Director Administrativo y Financiero de la Universidad Rafael Landívar (URL), y en los cargos de Rector de los dos Colegios. Cuando fue nombrado Rector de  la UCA, para substituir al  P. Ellacuría recién asesinado, esa universidad estaba con el peso de una gran deuda por un elevado préstamo para construcciones, etc.

El P. Paco, en sus  dos primeros años de su Rectorado, logró cancelar  toda la deuda multimillonaria, con diversos aportes, y especialmente con las ayudas del Congreso de USA y del Gobierno de Alemania.

Durante los largos años de Rector  tanto de los dos Colegios: (el  Externado de San José de San Salvador, y el Liceo Javier de Guatemala), y también de la UCA (Universidad Centroamericana del Salvador), se distinguió por su cercano acompañamiento tanto a los educadores como a los alumnos.

Era notoria su actitud habitual de bondad y cercanía  con todos los que trataba, y especialmente con los más débiles y con los niños; era habitual que los niños pequeños de Primaria que se encontraban con él en los pasillos  en tiempo de recreo, lo rodearan y al grito de “Padre Paco”, “Padre Paco”, no le dejaran avanzar en el camino de ida y vuelta a su oficina de Rector.

Durante un año fue el acompañante espiritual  en  el Colegio Latino Americano de  Roma, de  un grupo relativamente numeroso de jóvenes sacerdotes latinoamericanos que  habían sido destinados por sus Obispos a especializarse en la Universidad Gregoriana o en otras Instituciones Eclesiásticas de Roma.

Su ponderada y profunda sensibilidad social se fue  manifestando a lo largo de todos los destinos y obras que él animó, y especialmente en apostolados de frontera como por ejemplo creando, (siendo Superior Provincial),  las nuevas parroquias de Ixcán y Santa María Chiquimula entre los indígenas Guatemala.

De Superior Provincial de los jesuitas  de  Centroamérica, él  apoyó y animó en su trabajo de gran servicio a esta región, a un grupo de jesuitas jóvenes especializados en Ciencias Sociales en prestigiosas universidades europeas y que constituían el CIAS (“Centro de Investigación y Acción Social), cuyo objetivo era investigar las situaciones de injusticia y pobreza en Centroamérica y  proponer soluciones viables para  eliminarlas.

Finalmente, en estos últimos 16 años de su fecunda vida de servicio,  como Rector del Liceo Javier, el P.  Paco se dedicó  a mejorar el colegio en diversos aspectos  aplicando a la obra  toda la experiencia  que había acumulado en los años anteriores como educador, como  acompañante espiritual y humano, como administrador y especialista en finanzas, como sensible a los problemas sociales de Guatemala, etc.

Uno de sus importantes logros de estos últimos años, ha sido institucionalizar el “Servicio Social” a lo largo de todos los cursos; esa experiencia la viven especialmente durante cuatro días,  los alumnos de cuarto y quinto Cursos y algunos  de sus educadores, compartiendo en el campo con las familias campesinas de algunas aldeas del Quiché, el trabajo y las duras experiencias de  su vida y pobreza.

Siguiendo la propuesta de las últimas Congregaciones Generales de la Compañía de Jesús, el P.  Paco en su tiempo de Rector, y fungiendo como tal,  reestructuró  radicalmente la organización  del Liceo Javier transfiriendo a laicos bien elegidos, con títulos universitarios en educación y  con espíritu y formación  ignaciana (“ignacianos”),  a todos los puestos de dirección, exceptuando el de Rector,  es decir a  los puestos de Director, Consejo Directivo, Dirección Administrativa y Financiera, Coordinadores, etc.).

También, convencido de que “la calidad educativa de un colegio está en función de la calidad educativa, humana y espiritual de los educadores”, impulsó la formación psicopedagógica de  un gran número de educadores del colegio en el  Programa universitario de “Diplomado y  la Maestría en Educación y Aprendizaje” de la Universidad Rafael Landívar.

Y, además durante varios años, hizo realidad que unos 45 educadores  del Javier, sucesivamente unos pocos  cada año, fueran haciendo en internado,  el mes completo de Ejercicios Espirituales de San Ignacio en el “Instituto Centroamericano de Espiritualidad” (ICE), asimilando profundamente el espíritu ignaciano.

A muchos nos duele en el alma, el que se nos haya ido el  P. Miguel Francisco Estrada, nuestro P. Paco, pero nos queda su ejemplo de una vida plena, y todo lo mucho que nos ha ido dando generosamente durante los fecundos  40 años de su vida de sacerdote, jesuita y amigo.

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