El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida

El Derecho a la Alimentación está reconocido a nivel internacional en el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y en el artículo 11.2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966 y, pese a ello, se vulnera sistemáticamente. Este reportaje fue tomado de Revista Mensajero.

El exrelator especial de la ONU, Olivier de Schutter, asegura que es «el derecho a tener acceso, de manera regular, permanente y libre, sea directamente, sea mediante compra en dinero, a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, que corresponda a las tradiciones culturales de la población a la que pertenece el consumidor y que garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva, libre de angustias, satisfactoria y digna».

Manos Unidas asume esta definición y se une a otras instituciones de la sociedad civil para participar en la lucha contra el hambre y por el derecho a la alimentación: Acompañando en los procesos de gobernabilidad democrática que permitirán un respeto efectivo del derecho a la alimentación adecuada; apoyando la realización de proyectos de seguridad alimentaria, compatibles con la sostenibilidad medioambiental; y participando en la denuncia de mecanismos que provocan o mantienen el hambre en el mundo.

LAS CIFRAS DEL HAMBRE

Según el último informe del Programa Mundial de Alimentos (PMA), de 2015, el hambre representa el mayor riesgo para la salud en el mundo. De hecho, mata a más personas cada año que el sida, la malariay la tuberculosis juntos.

  • 795 millones de personas (1 de cada 9) no tienen alimentos suficientes para llevar una vida sana.
  • La gran mayoría vive en países en desarrollo, donde casi el 13% sufre desnutrición.
  • Dos tercios de las personas que pasan hambre en el mundo se encuentran en Asia, pero es en África subsahariana donde hay más desnutrición: 1 de cada 4 personas.
  • La desnutrición causa anualmente más de 3 millones de muertes de menores de 5 años.
  • 100 millones de niños (1 de cada 6) en los países en desarrollo tienen un peso inferior al normal.
  • Uno de cada cuatro niños y niñas en el mundo padecen retraso en el crecimiento; uno de cada tres en países en desarrollo.
  • En los países en desarrollo hay 66 millones de niños y niñas que asisten al colegio con hambre; 23 millones de ellos, en África.
  • Se estima que se necesitarían 3.200 millones de dólares al año para solventar esta situación. Manos Unidas apunta como principales causas que pueden estar detrás de las cifras del hambre en el mundo:
  • Desigual acceso a los recursos de producción, especialmente los recursos naturales y la capacidad tecnológica.
  • Un sistema de producción marcado por la mercantilización de alimentos y por la insostenibilidad medioambiental, con el objetivo primordial de obtener el mayor beneficio.
  • Mal uso de los alimentos: pérdida y desperdicio.
  • Estilos de vida individualistas, centrados en el consumo.

PÉRDIDAS Y DESPERDICIO

Según el Comité de Seguridad Alimentaria de la FAO en su Informe sobre Pérdidas y Desperdicio de Alimentos (2014), cada año 1.300 millones de toneladas de alimentos aptos para el consumo acaban en la basura. Es decir, aproximadamente 1/3 de la producción total de alimentos.

La PDA (Pérdida y Desperdicio de Alimentos) se da principalmente en la producción, procesado y transporte que tienen lugar, sobre todo, en los países en desarrollo. Influyen las malas condiciones de almacenamiento y de infraestructuras para el transporte, la ruptura de la cadena de frío y los estándares impuestos a los productores con respecto al tamaño, forma y aspecto del producto. El desperdicio de alimentos, sin embargo, se relaciona principalmente con los países ricos y se produce por factores como: valoración estética de los productos, información confusa de etiquetados, distintas normativas sobre alimentos, tratamiento inadecuado de los productos frescos que a veces se tiran

La PDA repercute en la seguridad alimentaria y nutricional de tres formas: reduce la disponibilidad de alimentos; provoca la subida de los precios y la capacidad de los más pobres para adquirirlos; y afectan a la sostenibilidad económica, social y medioambiental.

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