La verdadera revolución es dejar el egoísmo y vivir a imagen de Cristo

Con una invitación a no seguir las modas del momento y a no vivir para uno mismo, el Papa Francisco concluyó la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en la celebración de las segundas vísperas en la Solemnidad de la Conversión de San Pablo este miércoles 25 de enero.

“Es esta la revolución que Pablo vivió, y es también la revolución cristiana de todos los tiempos: no vivir para nosotros mismos, para nuestros intereses y beneficios personales, sino a imagen de Cristo, por él y según él, con su amor y en su amor”, dijo el Santo Padre en la Basílica de San Pablo de Extramuros.

“Para la Iglesia, para cada confesión cristiana, es una invitación a no apoyarse en programas, cálculos y ventajas, a no depender de las oportunidades y de las modas del momento, sino a buscar el camino con la mirada siempre puesta en la cruz del Señor; allí está nuestro único programa de vida”.

A la celebración asistieron también representantes de otras confesiones presentes en Roma.

En la homilía, el Pontífice habló de San Pablo y de cómo pasó de perseguir a los cristianos a ser uno de ellos. “La gracia lo empuja a proclamar la buena nueva del amor y de la reconciliación que Dios ofrece plenamente a la humanidad en Cristo”.

El papa Francisco disfruta de una bebida durante un breve descanso en la Plaza de San Pedro.

A su parecer, “la reconciliación a la que somos urgidos no es simplemente una iniciativa nuestra, sino que es ante todo la reconciliación que Dios nos ofrece en Cristo”. “Más que ser un esfuerzo humano de creyentes que buscan superar sus divisiones, es un don gratuito de Dios. Como resultado de este don, la persona perdonada y amada está llamada, a su vez, a anunciar el evangelio de la reconciliación con palabras y obras, a vivir y dar testimonio de una existencia reconciliada”.

Para anunciar “el evangelio de la reconciliación”, Francisco indicó que no es posible hacerlo sin “sacrificios”. “Jesús dio su vida, muriendo por todos. Del mismo modo, los embajadores de la reconciliación están llamados a dar la vida en su nombre, a no vivir para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”.

“Si vivimos este morir a nosotros mismos por Jesús, nuestro antiguo estilo de vida será relegado al pasado y, como le ocurrió a san Pablo, entramos en una nueva forma de existencia y de comunión”, subrayó. Tomado de Aciprensa.

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